La primera mujer desobediente que yo conocí fue muy bisabuela, que se subía en una silla para echar migas de pan a los pájaros desde la terraza de su casa desafiando a la gravedad y a mi abuela, que siempre la regañaba.
Mi bisabuela era una mujer pequeña que, a medida que se hacía mayor, lo era todavía más; hasta que desapareció o se convirtió, quizá, en uno de aquellos pájaros.
Por eso yo sigo dándoles de comer siempre que puedo; pero ésa es otra historia y, como tal, deberá ser contada en otro lugar.
Mi bisabuela hacía ganchillo sin parar; siempre estaba tejiendo algo. Fue una pionera del reciclaje porque una vez descubrió que podía tejer incluso con las bolsas del supermercado; las recortaba hasta conseguir un hilo de plástico con el tejía alfombras.
Alguna vez llegué a pensar que un día llegaría a su casa y no la encontraría, porque agarraría una esquina del salón en su ganchillo y desde ahí tejería la casa entera, convirtiendo todo en una de esas colchas de colores que tanto nos siguen calentando.
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Nos vemos en el Albergue Mar y Montaña Vegadeo este sábado 25 de noviembre las 20:30.
Imprescindible reserva previa con Lilian, ¡quedan unas poquitas plazas!